Descubre la voz de la literatura paraguaya contemporánea en nuestra selección de autores
Javier Viveros
Para tercero, cuarto y quinto grados. 48 páginas 22 de ancho x 15 de altura Tapa y contenido a full color (ilustraciones de Kike Olmedo) Contiene 5 cuentos de dinosaurios, con historias entretenidas y plenas de humor.
Nelson Aguilera
"Paraguayos, República y Muertos" es una colección de quince narraciones (relatos y cuentos) que denuncian descarnadamente la cruda realidad social paraguaya. Muchas son las víctimas de la negligencia política, municipal, profesional y personal en el territorio nacional, donde la corrupción y la filosofía del "así nomás", "vai vai" y "para qué pio tanto" han llevado a miles de personas a la tumba innecesariamente. La colección viene acompañada de guías didácticas comparativas que pueden ser utilizadas en las clases de Lengua, Literatura, Orientación, Desarrollo Personal, Ética y Estudios Sociales.
La novela nos presenta dos tiempos que se desplazan en forma paralela. Ambos están manejados con mucha habilidad. Uno es el de la reclusión y cuanto sufre, moral y físicamente, en tales circunstancias, el Capitán Pedro Juan Cavallero. Cierto es que casi todos los próceres de la Independencia cayeron presos; de su cotidianidad, de su manera de ir "sobreviviendo" a la penosa reclusión, nos cuenta, nos habla con firmeza lingüística (mezclando los datos históricos con los ficcionales) el autor. El otro tiempo nos traslada a los primeros años de vida del protagonista, su llegada desde el interior del país a Asunción, sus estudios, sus amistades, sus amores juveniles, su casamiento con Juana, la mujer que le habría de dar siete hijos, y su conspiración, junto con otros jóvenes patriotas, contra el gobierno español. Se pone de relieve la firmeza en los empeños libertarios que el capitán Pedro Juan Cavallero toma como la gran causa de su voluntad, y, también, de su destino. Pinceladas en torno a las costumbres del Paraguay de ayer, se deslizan con sensibilidad y frescura por este tiempo. Pero es la forma de contar, de pintar los detalles, de registrar conductas, de ubicarse en las cavilaciones y en el ánimo de los distintos personajes que van desfilando por las páginas, lo que robustece esta novela, este esfuerzo literario. Estamos ante una obra que emociona hasta los tuétanos y nos hace valorar la libertad en su real dimensión. Delfina Acosta
Oscar Patiño
Norma Raquel López Jara
La poesía de Norma es caprichosa y juguetona, como su “Emoción primera”; y me recuerda a Safo, quien hace más de 2.600 años era conocida como “La poeta” y como la “Décima musa” de Platón; ella hablaba del amor conjugando mitos y leyendas griegas con el dolor y la sensualidad. Hoy las mujeres poemas con requiebros y ternezas, como Norma en este tiempo, cuando el amor sigue siendo el tema primero, el alma de la poesía profunda y ardorosa. Contemplar ese sentimiento desde la distancia del tiempo me hace dar cuenta de que su sentido poco ha cambiado, y las mujeres y los hombres nos seguimos apasionando y expresando en favor de la fogosidad e ímpetu del amor: palabra corta en extremo, pero inmensa y misteriosa. Si hay un hilo conductor perimetral en este libro soñado, sin dudas es el amor, que exuda emociones desde el contorno estilístico del libro y se expande en sortilegios hacia afuera, hacia nosotros para recrearnos y abrigarnos con él. - Estela Franco
Feliciano Acosta Alcaraz
Moncho Azuaga
En este poemario Azuaga continúa con su tradición verbal, pero le da un grato y vivificante agregado al escribir también en guaraní con la misma solvencia con que lo hace en la lengua de Cervantes. Si en las redes sociales, con envidiable perseverancia, como una tabla salvadora en el generalizado naufragio del Covid 19, usaba en sus diarios poemas, aisladamente, palabras o frases de nuestra lengua originaria, aquí escribe poemas completos en ese código lingüístico. Ndojuasái porãme ha ojuhupyty, dice Carlos Miguel Jiménez en uno de sus poemas. Sorprendentemente, Moncho ñe’êpotykuéra guaraníme alcanzan ese nivel de igualdad en el parámetro de la belleza. Y, para mí, pasa ya a la categoría de poeta bilingüe no por el volumen de su producción en esta lengua sino por el demostrado potencial de su competencia lingüística.
Nada más bello y a la vez hondo y certero que un poema que, lejos de la simple emoción, analiza y desgarra. No es frecuente que un poeta, sin salirse de ese vuelo esencial que requieren los versos, les imprima al mismo tiempo la hondura del creador comprometido y testigo doliente de la bestialidad social. Testigo que no perdona ni justifica, que denuncia, pero también deja que el corazón se le parta y se desgaje en palabras, de esas que escarban el alma, de esas que conmueven hasta el tuétano. Y no es frecuente un poeta como Moncho Azuaga, quien maneja con esa maestría inusual la urdimbre de los sueños, esa materia que sostiene los versos. No por eso deja de usar las palabras como si fueran escalpelos, diseccionando, hurgando en ese ser sombrío, cruel y también frágil que transita la historia del mundo: El ser humano, la especie más depredadora. Ya se sabe, El hombre es el lobo del hombre (Plauto). Este poemario de Moncho Azuaga expone nuestro ser natural ante la desgracia del mundo que se resume en la Pandemia, que nos remite al encierro, a la soledad en el caso de muchos, y que saca lo mejor y lo peor de todos. (Amanda Pedrozo).
De Souza 514 - Villa Morra - Asunción, Paraguay
(0971) 503965